domingo, 31 de enero de 2010

La señora McGinty ha muerto

La señora McGinty murió de un disparo en la cabeza. Inmediatamente después, James Bentley, inquilino de la difunta, es declarado culpable del asesinato pues sus ropas mostraban restos de sangre y cabellos de la víctima. Sin embargo, algo en todo este asunto no quedaba del todo claro, y es que, sencillamente, James Bentley no parecía un asesino.

El detective Hercule Poirot se hospeda en una pensión de la pequeña ciudad en donde sucedieron los hechos y comienza a investigar sobre la muerte de la desafortunada señora, la cual trabajaba como doméstica en las casas de varias personas de la localidad. Así mismo, la escritora de novelas policiacas Ariadne Oliver se hospeda en casa de una de las ex patronas de la Sra. McGinty.

Pese a que casi todos están convencidos de que el condenado es el verdadero autor del crimen, Poirot y Oliver creen en su inocencia, y se disponen a recopilar informaciones que sirvan para saber quién podría estar interesado en la muerte de la humilde mujer.

Así, la célebre escritora, junto al inquebrantable detective, decide intentar salvar al pobre diablo de su condena. Lo que no sabe Poirot es que su propia vida corre un grave peligro... pero, finalmente, un ya maduro Poirot consigue nuevamente descubrir quién mató realmente a la señora McGinty.

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